martes, 8 de noviembre de 2016

LA SEMANA SANTA INDÍGENA MAYO-YOREME EN SINALOA MEXICO




Breve resumen:
La semana santa indígena yoreme es uno de los acontecimientos más importantes y floridos del grupo indígena mayo-yoreme del norte de Sinaloa y sur de Sonora. Con ésta se recrea la pasión y muerte de Jesucristo, de una manera muy particular en donde se ve con claridad el sincretismo religioso, es decir, se manifiestan elementos totémicos prehispánicos mezclados con aspectos de la Iglesia Católica.
En otras palabras en la fiesta mayor, de semana santa, observamos el ritual católico paralelo a las danzas y cantos relacionados al venado, pascola y desde luego de los judíos o fariseos. Tal parece que esto comenzó a darse desde el inicio de la evangelización de los naturales para convertirlos con mayor facilidad a la religión católica.
El sincretismo
La semana santa indígena yoreme es uno de los acontecimientos más importantes y floridos del grupo mayo-yoreme del norte de Sinaloa y sur de Sonora. Con ésta se recrea la pasión y muerte de Jesucristo, de una manera muy particular en donde se ve con claridad el sincretismo religioso, es decir, se manifiestan elementos totémicos prehispánicos mezclados con aspectos de la Iglesia Católica.
En otras palabras en la fiesta mayor, de semana santa, observamos el ritual católico paralelo a las danzas y cantos relacionados al venado, pascola y desde luego de los judíos o fariseos. Tal parece que esto comenzó a darse desde el inicio de la evangelización de los naturales para convertirlos con mayor facilidad a la religión católica. F. Leandro Quintero recrea esta pasión religiosa sincrética, cuando narra la primera fiesta después de haberse concluido la construcción de la primera Iglesia dirigida por el padre jesuita Andrés Pérez de Ribas y fundador de la misión de San Jerónimo de Mochicahui, de la siguiente forma:
La dedicación de la iglesia y de la ermita fue simultánea. La noche de la víspera se colocaron de cada parte, a fin de que alternando se correspondieran los sones, un terno de chirimía y otro de trompeta, y se encendieron también en una y otra parte vistosos fuegos y luminarias. En lo alto de la iglesia ondeaban estandartes y gallardetes de seda de china, en tanto que, en la anchurosa plaza de enfrente, se encendieran fuegos a la luz de los cuales los indios con extremado regocijo se entregaron al goce de sus danzas vernáculas. Al día siguiente una procesión recorrió las calles del poblado, ex profeso adornadas con follajes de árboles, y concluyó alrededor de la plaza, en cuya cuatro esquinas se levantaron enramadas ornamentados con ramos y en las que improvisaron altares. Hubo misa cantada, con música, y un padre dijo el sermón en la lengua. La fiesta remató con regalo de abundante comida y de la que más gustan los indios…
Desde entonces el ritual católico ha ido acompañado por las danzas, música y cantos de los indios zuaques, manifestándose desde el primer momento el sincretismo religioso que hasta hoy se observa.
El primer misionero entendió, seguramente, que había que reencauzar las manifestaciones autóctonas, al entender que es imposible cambiar radicalmente la cultura de un pueblo, y mucho menos de uno tan rebelde y guerrero como el de Mochicahui. Ahora sus tambores y danzas tenían otro significado, ya no para convocar a la guerra contra sus vecinos o contra cristianos celebrando triunfos con sus cabezas cortadas, si no para celebrar fiestas a Cristo y a su santísima Madre.
En la actualidad, los indios zuaques de Mochicahui, no tienen la ermita en el cerro, pero cuentan con un centro ceremonial con una enramada, donde realizan sus cantos y danzas relacionados al ritual católico y desde la cual realizan la procesión hasta la Iglesia, situada, muy probablemente donde se edificó la primera por allá en 1605.


El miércoles de ceniza
Desde el miércoles de ceniza los yoremes fiesteros, es decir, los que pertenecen a alguna cofradía de danzantes o músicos, están preparando la fiesta grande, la mayor, en virtud de que se acerca el primer viernes de cuaresma.
Encabezados por el Pilatos o el chicotero mayor acuerdan y recuerdan los detalles de la ceremonia que año con año realizan.
Los viernes de judíos.
Todos los viernes de cuaresma se observa la tradición indígena para representar la pasión y muerte de Jesucristo. Se percibe la emoción por la llegada de estas fiestas tradicionales ceremoniales en las que también participan los blancos o mestizos que los mayos-yoremes llaman "yoris".
Desde el primer viernes hasta el sexto, el de "dolores" los judíos o fariseos se reúnen en las comunidades indígenas para visitar los hogares yoremes que comparten la tradición. Estos hogares se diferencian de los demás por la presencia de una cruz de madera en sus patios principales, la cual conservan no únicamente en el desarrollo de la fiesta, sino todo el año; esta cruz es símbolo de identificación con la cultura mayo-yoreme.
Cada viernes por la mañana hasta el medio día, los judíos encabezados por el chicotero visitan todos los hogares indígenas donde son excelentemente recibidos, los patios y sus cruces se visten de gala. Al pie de cada cruz se deposita comida para alimentar a los judíos, bailan un rato, los miembros de esa familia aportan económicamente para el sostenimiento de la fiesta y así sucesivamente hasta visitar todos los hogares yoremes.
Es verdaderamente impresionante el sonido de los tambores y de la danza en la que propios y extraños se deleitan desde hace varios siglos. Nos damos cuenta que nuestras tradiciones, nuestras raíces culturales están vivas.
Esto sucede en las comunidades indígenas adscritas al Centro Ceremonial de San Jerónimo de Mochicahui, como El Téroque Viejo, Higueras de los Natoches, El Carricito, Los Torres, por mencionar algunas de las más importantes y con mayor población indígena.
El motivo
El ser judío responde a una "manda" o promesa por algún favor recibido e inclusoque están por recibir. Ésta puede ser hecha por el propio interesado o por algunos de sus familiares, de tal forma que no hay manera negarse, es algo sagrado que se tiene que cumplir. Algunos están comprometidos para toda la vida o mientras estén en condiciones físicas de hacer la corrida, en cambio otros establecen el tiempo de su manda o sacrificio por un tiempo determinado, que varía generalmente de uno a tres años.
Es importante aclarar que algunos "yoris" participan de esta fiesta tradicional por convicción y porque sienten que esta tradición también es suya, es decir, se identifican con la cultura yoreme; sin embargo, hay otros que lo hacen sólo por diversión o por curiosidad, lo que hecha a perder parcialmente el desarrollo adecuado del ritual y la procesión o "conti" que los chicoteros y demás fiesteros de cofradías de danzantes y músicos encabezan. Es significativo hacer notar que la cada vez mayor participación de los "yoris" en esta fiesta, más que una señal de decadencia cultural indígena, es más bien una conquista yoreme, es decir, la influencia es de lo indígena hacia los "yoris".
Mochicahui, el centro ceremonial indígena.
Mochicahui, que en lengua yoreme significa "cerro de la tortuga", es la capital indígena de los indios zuaques desde hace más de 400 años. Como resultado del proceso de conquista y colonización, desde hace algunas décadas, Mochicahui pasó de ser un pueblo indígena a un pueblo mestizo, "yori", ahora los yoremes habitan en las comunidades aledañas como las ya mencionadas líneas atrás; sin embargo, los yoremes, guiados por la tradición, la costumbre y por considerar a esta población muy importante en el aspecto religioso, siguen acudiendo a ella para realizar sus ceremonias tradicionales; por tal motivo Mochicahui es ahora un centro de concentración indígena con su centro ceremonial.
Todos los viernes, entre las dos y tres de la tarde, acuden los judíos a Mochicahui, después de haber recorrido por la mañana las comunidades indígenas adscritas a este pueblo principal. Guiados por los chicoteros, llegan varios grupos de judíos, unos primeros, otros después, al parecer van siguiendo la huella de Jesús, entran a la Iglesia del pueblo, encuentran a Jesús adentro, después salen y le dan una vuelta alrededor de la iglesia y vuelven a entrar, danzan y posteriormente salen para seguir danzando, en espera de la procesión o el "conti" al caer la tarde, con Jesús de Nazaret, las "Marías", los grupos de fiesteros de diferentes cofradías con sus banderas ondeando, y, desde luego, los principales actores de esta representación, los judíos o fariseos.
En esta procesión se recrea el Vía Crucis que en latín significa "Camino de la Cruz", también conocido como "Estaciones de la Cruz" y "Vía Dolorosa" se recrea, pues, la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo en su camino al Calvario.
Aquí tiene un papel muy importante el máijstoro, el sacerdote indígena, llamado también el maestro rezandero que encabeza el ritual con rezos en lengua yoreme. Para representar las estaciones de la cruz y así mismo el desarrollo de la procesión, se clavan alrededor de la iglesia cruces de madera alrededor de las cuales se realiza el ritual en el que participan yoris y yoremes con gran devoción.
Todos los viernes de cuaresma o de "judíos", la comunidad de Mochicahui esta de fiesta, tanto yoris como yoremes esperan con gusto estos días. Acuden personas de comunidades aledañas y hasta lejanas para admirar tan bella tradición, estudiantes de diferentes escuelas y niveles hacen el viaje especial guiados por sus maestros para observar el ceremonial tradicional.
Los judíos de Mochicahui son los más vistosos y floridos en comparación con otros centros ceremoniales como Charay, Tehueco e incluso San Miguel Zapotitlán. Sin embargo esto no quiere decir que los de Mochicahui son los más auténticos y originales.
Para participar o salir de judío en el Centro Ceremonial de San Jerónimo de Mochicahui, se requiere además de una muy buena condición física para la "corrida", todo un ajuar o vestimenta que consiste en lo siguiente:
Como se ve, se requieren $3,100.00, aunque el tambor lo porta una minoría de judíos, es decir, el uso del tambor es opcional. Estos números se refieren a un ajuar nuevo, pero se puede conseguir uno usado lo cual pude salir menos costoso.
Desafortunadamente, en los últimos años, algunos judíos no portan todo el ajuar y esto demérita la floridez y vistosidad de esta maravillosa fiesta. Dicen los yoris y yoremes más viejos que antes las máscaras eran sólo de cuero, sin careta, que estas son las originales, como las que todavía usan en el vecino Centro Ceremonial de San Miguel Zapotitlán en el Municipio de Ahome.
Lo cierto es que en la actualidad las máscaras usadas por los judíos de Mochicahui son de cuero pero con una careta antropomorfa o zoomorfa, que queda a opción de cada judío; esto es como resultado de que la cultura no permanece estable al 100 %, sino que tiende al cambio en algunos de sus elementos, lo cual pasa principalmente con las nuevas generaciones que participan de esta tradición.
Los judíos son ante todo verdaderos actores cómicos, en el anonimato se divierten y divierten a propios y extraños con sus ademanes y movimientos siempre congruentes con la máscara y con algunos objetos que traen a la mano.
La Semana Santa, la fiesta mayor
La fiesta mayor, los días grandes, son a partir del Domingo de Ramos hasta el domingo de pascua. El Domingo de Ramos, los judíos desde muy temprano se reúnen en los lugares acostumbrados para organizarse para la adquisición de palma fresca que llevarán hasta el templo de Mochicahui para su bendición.
Gran parte del pueblo y pueblos circunvecinos se concentran para observar y participar de este ritual, algunos alcanzan a tomar palma bendita que llevan a sus hogares para hacer cruces y conservarlas para proteger a sus hogares y familias de posibles males y maldiciones. El Miércoles Santo aparecen de nuevo los judíos por la noche y pernoctan en la Iglesia de Mochicahui o sus alrededores. Por la mañana del jueves todos los judíos salen a tumbar cruces y regresan por la tarde, lo mismo hacen el Viernes Santo.

En estos días visitan todos los hogares indígenas a los cuales acudían viernes tras viernes. El Sábado de Gloria los judíos, encabezados por un pascola cantan gloria. Los judíos en este día no llevan la máscara, sólo un pañuelo con el que se cubren la cara, queman al judas, un muñeco con la cara de algún habitante de la comunidad.

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